lunes, 18 de junio de 2012

Palpitación en la Sombra





No puedo negar,
me duelen los campos,
la marea de las hojas,
el aire que salpica el amanecer.

Mientras tanto,
 dejo correr tu nombre,
 entre mis dientes,
             te cuelas,
mirándote
                                te vas.

La desastrosa marcha,
pisotea  todo de mi,
pues grita el adiós de tus besos,
y va entumiéndome  lo suave de tu piel.

El misticismo de tus ojos,
se hace un misterio,
tan profundo
como un desierto en la misma soledad.

Debo de matar  al tiempo,
quitarle los minutos de las horas,
extirparle los segundos al reloj.

Vosotros  corriente  que  forma  sus  olas
que en el  espacio  se pierden
 letargos   en  su marea.

Aun pedimos estar en el receso,
sin pensar nada,
sin palabras.

Ya no hay nada que decir,
ni para recordar,
pues nos acoge la vejez en los huesos
bajo estas lapidas que son nuestro techo.

Hasta cuando nos decidiremos,
si la muerte nos abraza en su manto.



José Esquivel
Progreso, Yucatan.